Querido miedo, amigo del
camino, escribo hoy para hacer contacto contigo.
Agradezco tus cuidados, tu
protección en momentos vividos.
Agradezco tu presencia para
mostrarme donde me he retraído.
Hoy decido continuar a tu
lado, no para frenar mi camino,
sino para sentir tus
cuidados, cuando consideres que así lo necesito.
Con esta confianza, desde
nuestra amistad, hoy te pido,
suéltame cuando por temor no
me atreva, a cruzar la senda,
para probar nuevos caminos.
Suelta mi mano, suave y con
cariño,
Muéstrame donde es mi temor
al fracaso,
Donde soy yo que limito mi
camino.
Háblame al oído, dime …
prueba, intenta, cree…
Desde allí yo escucharé
atenta y buscaré a tus otros amigos,
la confianza, la alegría,
entre otros.
Y con ellos, como siempre,
todos juntos,
Continuaré esta historia,
continuaré agradeciendo lo vivido.
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