@geralguedezg

martes, 18 de diciembre de 2012

Conéctate contigo….un mundo apasionante por descubrir.

Este año he tenido que viajar con bastante frecuencia por compromisos de trabajo, y todo este tiempo que he pasado en los aeropuertos, aviones, etc., me he dedicado a observarme y a observar a mis compañeros de viaje, sus rutinas, disfrutes, etc.


Hay algo en particular que me ha llamado poderosamente la atención, y se repite avión tras avión, cualquiera sea la ruta, sin mayores diferencias… cuando el avión va a despegar hay una alta necesidad de hacer todas las llamadas posibles, enviar todos los mensajes, revisar todos los correos electrónicos y redes sociales, tanto que la tripulación tiene que hacer un esfuerzo particular en insistir en el riesgo, por demás comprobado, de su interferencia con los instrumentos de navegación del avión.

Luego al llegar a la “altitud requerida”, en el momento en que autorizan el uso de los equipos permitidos, se abre un mundo de conexiones entre las “maquinas” y el “hombre” que sin duda para muchos son el mejor invento para pasar estos ratos en los cuales no sabemos que hacer con nuestro tiempo, perdiendo entre otras cosas, la posibilidad de conocer al ser humano que tienes sentado a tu lado, quien se convierte en un perfecto extraño conectado también con su equipo electrónico, o dependiendo de su cansancio con el sueño.

De igual forma nos perdemos la oportunidad de conectarnos con nosotros mismos, de reflexionar, meditar o incluso de soñar despiertos y escribir, has leído bien, “escribir” nuestros planes, nuestros deseos, nuestras peguntas, nuestros retos… nos hemos desconectado hasta de nuestras manos, prácticamente algunas personas no escriben con lápiz, marcador o bolígrafo, todo lo hacen a través de equipos electrónicos, obviando la maravilla de “maquina” que somos como seres humanos, nuestro cuerpo maravilloso, que no ha podido ser replicado por ninguna computadora, con sus innumerables conexiones, algunas aún desconocidas por nosotros.

Es paradójico, cada vez estamos más conectados con personas que incluso no conocemos, con quienes construimos una relación de amistad, una conexión especial, que no podemos construir con las personas con quienes compartimos el día a día, y más aún con nosotros mismos.

Esta reflexión la hago desde mi propia desconexión, la cual observé hace algún tiempo y decidí tomar el riesgo de reconectarme, vivir la aventura de ver hacia adentro, de escuchar mi cuerpo, afinar los sentidos, disfrutar el juego de descubrir o redescubrir que parte de mi cuerpo habla cuando estoy alegre, triste, molesta; sentir al caminar en el parque como la brisa me saluda, como el sol se acerca a mi piel, como el agua cae sobre mi o sobre el camino… cosas sencillas de la vida que potencian exponencialmente la capacidad de sentirte a ti mismo, lo que incide directamente en hacer crecer la posibilidad de sentir al otro, a esa persona que tienes a tu lado, poder acompañarla desde todo tu ser, con tu presencia, viviendo el ahora, allí solamente allí, conectados desde el corazón.

¿Y cómo podemos comenzar a reconectarnos?... sumamente sencillo, con nuestra principal herramienta como seres vivos, la respiración… cuando decides respirar conscientemente, inhalando salud, amor y alegría; exhalando preocupaciones, rabias y tristezas…. Cuando al respirar te concentras solo en una palabra, la que escojas, permitiéndole a tu mente descansar un rato, despejarla, para poder seguir con los retos diarios de la vida, cada vez más centrado en lo que quieres, dedicándole cuerpo, corazón y mente, todos integrados, siendo coherentes como seres humanos.

Te invito a disfrutarte, a explorar ese maravilloso mundo que llevas en ti y que a veces no le prestamos atención, recuerda que no puedes dar lo que no tienes contigo; desde el amor hacia ti, puedes amar con profundidad a los otros; cuidándote a ti, puedes cuidar a tus amados familiares, amigos, pareja, comunidad, país; desde tu conexión contigo, puedes respetar a los demás, aun cuando no compartas sus creencias o decisiones; es un camino desafiante, de múltiples sorpresas y retador… veras que cuando comiences a disfrutarlo no querrás dejar de hacerlo, es una recompensa infinita desde la abundancia del universo.